Costa Rica y Venezuela (rival de Guatemala) se enfrentaban en un segundo amistoso. En el primero, parte de una triangular con Francia, los sudamercianos ganaron 3 goles a 1.
En un primer tiempo movido, parejo, con ocasiones de ambos equipos, Venezuela se ponía por delante a los 8:42 minutos. Wilmer Cabarcas filtraba un balón y Carlos Jiménez, como buen pivot, mantuvo la pelota, se dio la vuelta y con un poco de suerte anotó el primero.
A falta de 1:20, y en un gran desmarque en un saque de banda, Cabarcas anotaría el segundo en una jugada totalmente futsalera cerrando el segundo palo.
Así nos iríamos al descanso, con los venezolanos por delante 2 a 0 ante los ticos.
El segundo tiempo se marcaba la misma tónica, Costa Rica lo intentaba pero no lograba anotar.
Hasta que, faltando 9 minutos para el final, se dio lo impensable, inaudito. Venezuela se retiraba del partido. Una falta, digamos, normal sobre Wilmer (jugador que ya no merecía estar en la duela despues de un codazo al cuello a un jugador tico) quedó tendido en la duela sobreactuando y fue cuando el entrenador venezolando ingresó a la cancha con aspavientos de que ya no querían seguir y así fue. Inmediatamente todo el equipo venezolano se retiraba hacian los camerinos ante la mirada atónita de los aficionados ticos, una total verguenza para el futsal.
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